1997 Indiferencia

Art - Artist Fernando Pertuz Arte - Artista

 

Indiferencia (1997). La acción plástica , performance o body art, gira entorno a la presentación y no a la representación, por tanto el artista se enfrenta ante él y ante la acción al mismo nivel que el espectador para así encontrarse obra, artista y público con similares ansiedades, creándose así la obra de arte.

El cuerpo como medio que nos permite entablar ese vínculo directo con la vida, lo cual ratifica su necesidad de hablar de la vida, lo cual confirma su necesidad de hablar de la vida con verdaderos hechos de VIDA.

En tiempos cuando la vida se encuentra en su ocaso el arte y el artista se unen para formular y replantear esos límites de la vida misma rebasando los ideales, la estética y la lírica para dejar aflorar las razones éticas y necesarias para la humanidad.

Indiferencia es la prueba tajante de la ceguera de un pueblo que no percibe al de al lado, aún cuando se está  dando un grito en silencio de auxilio.

Indiferencia es un llamado de alerta del hombre por el hombre, es una alarma a una comunidad que perdió el respeto, la lástima, que vemos a la gente comer mierda sin hacer nada y cuyas sensaciones se cristalizarón por falta de esperanzas.

Los actos de reacción contra la relación vida-muerte, comer para transformar el aliento en energía, energía que nos da las fuerzas para seguir, energía que necesita ser liberada, materia fecal que al liberarse te mantiene vivo.

 

Terapia de la Indiferencia Fernando Uhía – diciembre 2006 - Publicación Helenaproducciones - Festival de Performance Cali - Colombia

Indiferencia 1997

Se ha repetido muchísimas veces que ¨este país no tiene memoria¨. Pero si se revisan las publicaciones académicas producidas en Colombia desde el siglo 19, se verá que, para mal o para bien, existen archivos suficientes para decir que sí hay una memoria histórica, impresa, o al menos una relación escrita de hechos sucedidos específicamente en este territorio bolivariano.

La expresión ¨este país no tiene memoria¨ más bien se refiere a que se repiten periódicamente los mismos comportamientos negativos, los mismos errores continuamente, como si se sufriera de una amnesia permanente. Pero también puede referirse a la imposibilidad de reflexionar, debido a que el atavismo de la violencia lo ha impedido. La violencia fue y es permanente desde el mismísimo comienzo de la generación de nuestros archivos históricos. Es decir, desde el Descubrimiento, la Conquista, la Colonia y ahora en la república, ¨Colombia sucede en la violencia¨, lo que ha imposibilitado a la población la creación de memoria colectiva y la posibilidad de reflexionar. De hecho, según Daniel Pécaut, la violencia es la causa principal de que la formación de la nación colombiana nunca se ha llevado a cabo.

Esa ¨dimensión de violencia¨ está enclavada en la psique colombiana y atraviesa todos y cada uno de los ámbitos donde se desenvuelven los colombianos, sean estos individuales o comunitarios, oficiales o privados, todo el tiempo. La obra Indiferencia 1997de Fernando Pertuz estuvo orientada en concientizar al espectador sobre una de las consecuencias de la convivencia violenta: la indiferencia. Si la situación de violencia es una dimensión permanente desde antes delinicio de nuestra historia, ¿para qué ¨pararle bolas¨? Mejor nos hacemos los pendejos, los indiferentes ante la gran necesidad de generar nación y ante las pequeñas y cotidianas necesidades de la gente y la comunidad. A más de ser consecuencia de la violencia, la indiferencia es en sí misma una práctica generadora de violencia.

Como si esta sopa no estuviera ya a punto de hervor, hay que agregarle ingredientes más recientes y dramáticos. Desde la periferia económica de los países del G8, la carrera constante por sobrevivir y alcanzar la ilusión desarrollista supera cualquier previsión y reduce los momentos de planeació a casi cero. El ¨el rebusque¨ continuo en todas las áreas ha producido en Colombia una situación de blindaje hacia la necesidad de solucionar problemas a largo plazo y de convivencia y, sobre todo, hacia la anulación total de la necesidad de abandonar una carrera predispuesta por otros para poder iniciar nuestro propio recorrido a la velocidad deseada. A la necesidad de formar nación y erradicar la violenciahay que sumarle la necesiad de diagnosticar y reconocer el daño que las adaptaciones sucesivas e incompletas a tipos de economía derivados de la expansión del carbón, el vapor, el petróleo, y, últimamente, el micro-chip, dejan en la sociedad y en la patria. Esas adaptaciones recuerdan la vieja fábula de la zanahoria colgante amarrada frente a los ojos del caballo para que nunca se detenga y nunca se la coma. Porque los países de G8, una vez instalados hacia 1960 en la cúspide del desarrollo industrial, han pateado la escalera para que nadie más suba por ella, mientras ellos se instalan en el piso superior de la economía virtual de mercados, que ha hecho que ¨la diferencia de ingresos entre los países más pobres y los más ricos¨ se haya elevado ¨de37 veces en 1960 a 74 veces en la actualidad¨. Y ¨no menos graves son las consecuencias del intercambio desigual en el comercio, que produce anualmente pérdidas por 100 mil millones de dólares a los países en desarrollo¨.

Indiferencia apunta hacia la anulación emocional derivada de este tipo de adaptaciones forzadas. Si la ilegítima carrera por correr detrás de la zanahoria colgante genera desigualdades entre países, también genera indiferencia. Si se es indiferente por estar, aparentemente con razón, en la carrera por la zanahoria, la faceta efectiva del individuo se hace a un lado, por no ser fuente de divisas y no estar directamente relacionada con el ¨rebusque¨ frenético. En un esquema elementalmente freudiano, la siempre perdida carrera por tratar de competir con los países del G8, copiando sus siempre deshonestos modelos de comercio, produce en todos los colombianos neurosis. La indiferencia es un tipo de neurosis y como ya sabemos, mientras no se solucione el trauma inicial saliéndose de la violencia y de la carrera de la zanahoria, pues sencillamente la indiferencia permanecerá.

Los síntomas de la neurosis de indiferencia son, por ejemplo, la incapacidad de depositar la basura en el lugar adecuado; la incapacidad de ceder el paso o detenerse en el semáforo de un cruce vial; la incapacidad de concentrarse al leer; la incapacidad de compartir tiempo con familiares y amigos; la incapacidad de despegarse de internet; la incapacidad de saludar o despedirse; la incapacidad de tener en cuenta las necesidades del otro; la incapacidad de atender un llamado de auxilio o de afecto; en fin; la incapacidad de conmoverse y actuar frente a hechos como el asesinato sistemático desde 1988 de más de 5.000 militantes de un partido político como la Unión Patriótica.

Hizo falta una ¨terapia de choque¨ para abrir el entendimiento y el corazón hacia la existencia y necesidad de solución de todas estas circunstancias. Le tomo varias semanas de adaptación orgánica y espiritual a Pertúz para poder defecar y miccionar sueve, blanda,placentera y generosamente frente al público esa tarde del 21 de noviembre de 1997 y después comerse lentamente sus heces remojadas en su orina – por lo demás, servida en una elegante copa de cóctel -, después de untarlas en suculentos trozos de comapan. Porque, precisamente, la ¨terapia de choque¨ consiste en oponer los extremos. Al simulacro de civilización en que cree vivir la sociedad colombiana había que oponerle la contundencia de la presencia del soporte básico donde suceden la ilusión de conciencia y cultura: el cuerpo, y el cuerpo puesto en el presente ejecutando tres de sus funciones orgánicas.

Debido a diversos descubrimientos científicos, definitivamente sabemos que el cuerpo humano y el de la mayoría de seres vivientes del planeta Tierra son más antiguos que cualquier civilización. El arzobispo anglicano e irlandés James Ussher, en su libro Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti publicado en 1965, dijo que el mundo y todos los sers vivientes fueron creados al mediodía del 23 de Octubre del año 4004 antes de Cristo. Pero la sonda WMAP de la Nasa, lanzada el 30 de Junio de 2001 a una distancia de 1,5 millones de kilómetros de la tierra, encontró ondas producidas en los primeros segundos del Big-Bang o explosión inicial, de donde viene toda la materia del universo.

Con esa información se ampliaron los periodos del arzobispo Usseher y se supo que el universo tiene 14.500 millones de años y la tierra 4.500. la vida 3.500, la reproducción sexual 2.200, los mamíferos 65 y los humanos la poquísima cantidad de 2 millones. Sin embargo, los primeros rastros de cultura histórica datan de periodos aún más recientes. 30.000 años para las primeras pinturas y arte y 10.000 para la primera arquitectura y escritura.

Todo esto quiere decir que la presencia del cuerpo supera en miles de años a la presencia de la cultura histórica, que de todos modos se hace con y para el cuerpo. En ese espectro temporal, la cultura es una ilusión  reciente y el cuerpo una realidad que lleva en sus genes el reflejo del origen mismo de la vida, de la combustión permanente de energía empezada en el Big-Bang. Es de una torpeza irrespetuosa y dolorosa agredir un cuerpo que carga todo este legado universal. Y es todavía más torpe al cruzarse de brazos, hacerse el indiferente ante la violencia desatada sobre los cuerpos de otros.

Indiferencia fue una terapia de choque para salir del letargo de la indiferencia mediocremente aceptada, una cachetada que nos recuerda la superioridad cosmológica del cuerpo y sus funciones ante cualquier ideología. Un recordatorio de que más que seres culturales viviendo en una estúpida cultura del ¨rebusque¨, somos seres espirituales hermanados entre si al compartir una misma historia genética y unas funciones orgánicas obligatorias.

Fernando Uhía

 

MENU

cr 1992 

26/02/2010 11:19:36 -0500

PyP Ediciones